El justo título es el "documento que sirve de fundamento legal para el ejercicio de un derecho"; es decir, aquel que demuestra que estamos obrando de cierta forma porque tenemos el derecho de hacerlo.
Así, si somos dueños de una casa, y tenemos el registro en Derechos Reales que lo prueba, este es el justo título que nos permite hacer lo que deseemos con el inmueble, siempre y cuando nuestras acciones no afecten los derechos de otras personas. La regla básica es que nuestros derechos terminan allá donde comienzan los derechos de los demás.
Por los límites a los derechos, no podemos ejercer estos indiscriminadamente. No podemos llevarlos a otros países y extenderlos hasta allá. Si visitamos una nación extranjera, tenemos que cumplir sus leyes y nuestros derechos estarán disminuidos por razones de soberanía, jurisdicción y competencia.
Pese a esas verdades jurídicas universales, una autodenominada "delegación argentina de solidaridad con el pueblo boliviano", encabezada por el señor Juan Grabois, ingresó al país e hizo lo que quiso. No tenía justo título; es decir, un documento que avale legalmente su actuación en Bolivia, pero vino, vio y calumnió.
Pese a esas verdades jurídicas universales, una autodenominada "delegación argentina de solidaridad con el pueblo boliviano", encabezada por el señor Juan Grabois, ingresó al país e hizo lo que quiso. No tenía justo título; es decir, un documento que avale legalmente su actuación en Bolivia, pero vino, vio y calumnió.
Repitió el discurso del golpe de Estado que Evo Morales dejó bien instruido antes de huir y no reparó en el hecho de que, si Bolivia estuviera bajo un régimen golpista, no se le hubiera permitido ingresar al país ni moverse con la libertad que tuvo.
Vinieron a mentir y a mí me hubiera importado un bledo, porque sólo era un grupo de personas que en Bolivia no representan a nadie ni tienen justo título, pero me sublevó el alto grado de falsedad con que cargaron sus acusaciones que ahora repiten como letanías ante todo el que les dé micrófono.
Dos mentiras destacan de su mitología: que los cadáveres de las matanzas desatadas por el golpe fueron arrojados desde helicópteros y que los militares cometieron violaciones sexuales, incluso en los cadáveres de las muertas.
Se puede hacer tesis psiquiátricas sobre ambas afirmaciones pero baste decir, por una parte, que durante los días de convulsión no se utilizó helicópteros y, por otra, no se confirmó violaciones por parte de ningún bando.
Todavía hoy, en Potosí investigamos si la retención violenta de personas, por parte de grupos afines al MAS, afectó a mujeres y si estas sufrieron vejámenes, pero Grabois y su gente vienen al país y, luego de dos días de hablar sólo con masistas, reportan violaciones, incluso necrófilas.
Sí? hay violaciones. Las está cometiendo el grupo de Grabois que, al calumniar a Bolivia, viola la dignidad de todo su pueblo, sin distinción alguna.
(*)Es Premio Nacional en Historia del Periodismo
Fuente: Juan José Toro Montoya (*)
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