Luego de cinco semanas de paros, marchas y bloqueos, retorna paulatinamente la normalidad y, por tanto, la tranquilidad a Bolivia.
Los caminos empiezan a ser despejados, las comunicaciones terrestres se reanudan, se restablece el ingreso de bastimentos a las capitales y poblaciones intermedias.
Millones de ciudadanos urbanos y campesinos, comienzan a desarrollar sus actividades particulares que les permiten producir y llevar el sustento a sus hogares.
Apenas el jueves 21 todo parecía caer en una mayor espiral de confrontaciones, especialmente luego del ataque a las instalaciones de la planta de YPFB en Senkata por la bronca de no haber podido impedir el abastecimiento de carburantes a la hoyada (donde hubo varias muertes de las que se eximieron de culpa las fuerzas del orden), y la gasificación a las gentes que pretendían llevar algunos ataúdes al Palacio Quemado en franca provocación que culminó con un explosivo arrojado a la Policía, motivando una proporcional reacción de ésta, para dispersar a los manifestantes.
Desde luego que toda pérdida humana motiva nuestra solidaridad y respeto, pero no creemos que se debía utilizar como elemento de agitación sin considerar el dolor de los dolientes.
Desde luego que toda pérdida humana motiva nuestra solidaridad y respeto, pero no creemos que se debía utilizar como elemento de agitación sin considerar el dolor de los dolientes.
Pero el mismo día viernes comenzaron a mitigarse las convulsiones.
Mientras el Cuerpo Diplomático acreditado en Bolivia presentaba su saludo protocolar a la Presidenta de la República en el viejo y querido Palacio Quemado, en El Alto los alzados comenzaron a abandonarlos bloqueos, permitiendo la libre circulación de vehículos y personas. En todo el país también se viene recuperando la normalidad y se restablecen las comunicaciones terrestres permitiendo la circulación de personas combustibles y alimentos. Aunque todavía persisten los bloqueos en algunos puntos del departamento de Cochabamba y La Paz.
UNIDAD Y FIRMEZA
En Oruro se ha logrado un acuerdo entre las autoridades departamentales, municipales, capitalinas y provinciales, organizaciones sindicales campesinas, comité cívico ad hoc, y otras agrupaciones ciudadanas presididas por el Obispo, donde se suscribió un acuerdo que ha permitido levantar todos los bloqueos en las 16 provincias y municipios. Con la única excepción de Caracollo, donde esperamos se supere la intransigencia en base al diálogo. Todos estos avances se han logrado gracias a la firmeza y unidad del pueblo, el prudente accionar de la Presidenta en ejercicio y la firmeza de las fuerzas del orden.
Pero fundamentalmente es la resistencia del pueblo que ha soportado las privaciones causadas por el cerco a las ciudades.
CANSANCIO Y DESILUSI?N
Es también destacable la reacción de los propios pobladores de El Alto u otros lugares convulsionados, que empezaron a resistirse a las presiones y amenazas para seguir con las marchas y bloqueos, denunciando a los agitadores y en muchos casos, capturándolos y entregándoles a las autoridades.
Finalmente, lo más notable y ponderable, es la actitud de los propios sectores campesinos y políticos afines al MAS que están adoptando posiciones menos radicales y más cooperativas en procura de encontrar soluciones viables y consensuadas para salir de la actual crisis, causada única y exclusivamente por la ambición prorroguista de los últimos gobernantes.
Tal vez están comenzando a cansarse de pelear y hacerse reprimir sólo por cumplir las ambiciones de un jefe, que lanza sus órdenes desde un lujoso hotel en un dorado exilio.
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