Fundamentalmente se debería observar que raza es un concepto que se subordina a especie y, a la filosofía, madre de todas las ciencias, le interesa su aplicación a mujeres y hombres.
Debería ser natural no ser racista cuando se entiende que una raza humana biológica es un grupo inmenso de mujeres y hombres en los cuales los caracteres comunes e indeterminados, correspondientes a ellos como el color de la piel, forma de los ojos, cabellos, volumen del cuerpo y de la cabeza etc., muestran un parecido concreto común, basado en la herencia que le diferencia de otros grupos; piel clara, cabellos rubios, alta estatura etc.
Unido a estas características biológicas hay siempre un parecido psíquico fundado en la relación importantísima de alma y cuerpo, que es siempre objeto de la psicología de las razas. Cuando se observa con intelección que en el género humano se presentan gran variedad de razas, cuyas modificaciones no hacen sino manifestar muy en concreto la idea del ser humano, reposando ahí la riqueza sociológica de mujeres y hombres.
Unido a estas características biológicas hay siempre un parecido psíquico fundado en la relación importantísima de alma y cuerpo, que es siempre objeto de la psicología de las razas. Cuando se observa con intelección que en el género humano se presentan gran variedad de razas, cuyas modificaciones no hacen sino manifestar muy en concreto la idea del ser humano, reposando ahí la riqueza sociológica de mujeres y hombres.
Lo expuesto infiere que la naturaleza espiritual del alma excluye, en superlativo, que las diferencias raciales penetren hasta las últimas raíces del ser humano; esto último esclarece nítidamente no remover estas raíces con las pasiones descontroladas, acción indeseable que genera inequívocamente sentimientos de racismo.
Todo ser humano que por circunstancias contingentes haya nacido en un hogar donde se exacerbaron los sentimientos de superioridad y soberbia ante esa ilusión y que genera como decantación natural en la conducta del sujeto un inapelable racismo, tiene la obligación para crear su propia estabilidad emocional, generar un definitivo remezón en su espíritu para liberarse de esas perniciosas herencias.
Existe una tendencia a la conservación de la raza propia que es legítima y ostenta un fundamento sólido y conforme a la naturaleza; además que todas las uniones de razas no significan un perjuicio para el patrimonio racial.
El cuidado de la raza tiene en como objetivo-misión promocionar las uniones raciales, pues raza y pueblo no son conceptos coincidentes y no sólo un pueblo puede constar de varias razas, sino también una raza puede existir en varios pueblos.
*Es abogado corporativo, posgrados en Interculturalidad
y Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política (maestrn),
Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Conciliación. Derecho Aeronáutico, doctor honoris causa en Humanidades con tesis aprobada (IWA-Cambridge University, USA).
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