En la historia de la Humanidad hubo mujeres importantes, también mediocres, como muchos hombres, hay que decirlo tajantemente. Y la grandiosidad de una mujer se inició un 5 de marzo de 1871 en Zamosc (Polonia), donde nació a la vida Rosa Luxemburgo, una de las grandes luchadoras comunistas, quizás la mejor, de origen étnico judío y con ciudadanía alemana, obtenida en 1898 al casarse con Gustav Lübeck, mudándose a Berlín. Allí fue militante del ala más izquierdista del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), definiendo claramente la frontera entre su fracción y la teoría revisionista de Eduard Bernstein, atacándole en 1899 en un folleto titulado "¿Reforma Social o Revolución?".
El discurso político de Rosa pronto la convirtió en una de las líderes del Partido. Junto con Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el Grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente, el 1 de enero de 1916, en la Liga Espartaquista, instrumento marxista que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico "La Bandera Roja", junto con Liebknecht. Sus libros más conocidos son "Reforma o Revolución (1900)", "Huelga de masas, partido y sindicato (1906)", "La Acumulación del Capital (1913)" y "La revolución rusa (1918)", obra esta última en la cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la Revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes.
El discurso político de Rosa pronto la convirtió en una de las líderes del Partido. Junto con Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el Grupo Internacional el 5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente, el 1 de enero de 1916, en la Liga Espartaquista, instrumento marxista que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico "La Bandera Roja", junto con Liebknecht. Sus libros más conocidos son "Reforma o Revolución (1900)", "Huelga de masas, partido y sindicato (1906)", "La Acumulación del Capital (1913)" y "La revolución rusa (1918)", obra esta última en la cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la Revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes.
Hoy, en un proceso pacífico, y a su vez violento en las ideas, se han pronunciado las mujeres bolivianas como pocas veces en la Historia de Bolivia. Es intrigante porque hace repensar a los hombres en el rol de las mujeres en la transformación de la vida en general.
Miles de mujeres jóvenes y adultas han estado participando sistemáticamente en las movilizaciones contra el fraude del MAS de las elecciones generales del 20 de octubre con una voluntad enorme. Su sacrificio es grande. Han determinado que la experiencia de las heroínas cochabambinas no ha quedado en saco roto.
La Revolución mundial se da en base a convulsiones donde se avanza en base a ciclos y las mujeres en Bolivia se han integrado aunque sólo fuera en su forma democrático-burguesa. De todas maneras resulta muy importante. El ver a una mujer en cualquier condición como objeto es indignante. Los roles pueden ser diferentes pos diferencias de género, pero los derechos deben ser similares.
Lo que las mujeres bolivianas han hecho en estos días es fundamental para la Sociedad boliviana y quedará traducido en nuestra Historia. Su participación en las grandes concentraciones, en las marchas y en los bloqueos ha sido decisiva por su connotación democrática. Han surgido lideresas de alta raigambre. Y no le han tenido miedo al poder político neofascista que no se ha atrevido a recurrir abiertamente a la violencia, pero lo puede hacer en el futuro ante su desesperación.
Lo sorprendente fue y es la presencia de mujeres de clase alta que no tienen un interés monetario y solamente buscan la recuperación de la democracia. Las de clase media también en parte pero lo hacen por su futuro y el de sus familias.
Y no todo está dicho. Lo que hicieron Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin en el siglo pasado se reflejó con letras de oro en hechos humanos, pero no fueron las únicas. También estuvieron Juana Azurduy y Eva Perón, además de muchas otras mujeres valerosas. La Revolución de las mujeres, independientemente de posiciones extremistas de las feministas, se convertirá en un proceso irreversible de presencia democrática que enseñe a la Sociedad que podemos convivir como iguales y diferentes. Las Heroínas de la Coronilla nos lo ratifican.
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