Hacer el análisis del transcurrir del tiempo resulta fascinantemente peligroso y reveladoramente alarmante porque atenta contra una ideología bárbara, la del reformismo pertinaz en su raigambre totalitaria, la que se mimetiza en una suerte de pensamiento racional, y lo peor, con un discurso supuestamente radical que engaña a las masas.
No obstante, es imprescindiblemente necesario en el sentido de las ideas leninistas referirse al tema. Los supuestos comunistas soviéticos hace mucho que habían entregado sus banderas rojas al capitalismo cruel, el que provocó el horror estalinista y lo único que querían era conservar sus privilegios burocráticos, miserables en el sentido de lo que pasó después con Gorbachov y Yeltsin que permitieron la entronización de una rosca mafiosa que se apoderó de inmensos recursos económicos para dejar en la ruina material y espiritual a millones de trabajadores intelectuales y manuales que estaban paralizados por su ignorancia teórica y conveniencia facilista, algo que ya reveló el Che Guevara en su momento. Entronizaron una rosca maldita que destruyó al Socialismo. Hicieron posible la mayor traición a las ideas revolucionarias y no supieron responder a los planes de los supuestos reformadores, los que no eran más que restauradores del capitalismo en el fondo.
No obstante, es imprescindiblemente necesario en el sentido de las ideas leninistas referirse al tema. Los supuestos comunistas soviéticos hace mucho que habían entregado sus banderas rojas al capitalismo cruel, el que provocó el horror estalinista y lo único que querían era conservar sus privilegios burocráticos, miserables en el sentido de lo que pasó después con Gorbachov y Yeltsin que permitieron la entronización de una rosca mafiosa que se apoderó de inmensos recursos económicos para dejar en la ruina material y espiritual a millones de trabajadores intelectuales y manuales que estaban paralizados por su ignorancia teórica y conveniencia facilista, algo que ya reveló el Che Guevara en su momento. Entronizaron una rosca maldita que destruyó al Socialismo. Hicieron posible la mayor traición a las ideas revolucionarias y no supieron responder a los planes de los supuestos reformadores, los que no eran más que restauradores del capitalismo en el fondo.
Pero habría que ponerse a reflexionar en la realidad: ¿tenían realmente ideas de transformación? No es así. Y lo peor sería creer en sus afanes supuestamente "revolucionarios", los que no son tales a partir de las perfidias de los que tradicionalmente visten la camisa roja y después la cambian por unos dólares, muchos o pocos no importa, al final su inconsecuencia manda.
Es difícil convocar a una lucha que puede ser armada, pero no queda otro camino. Nos critican por ser radicales, la realidad nos obliga al combate decisivo aunque nos cueste la vida. Nosotros, los comunistas de la esencia leninista, del Padre del esfuerzo transformador, nos encontramos con los orígenes de la Patria entendida como mestizaje en su expresión más plena, con su esencia primigenia. Y ahora hablamos claramente: nos dirigimos a los explotados de clase media y a los otros que están idiotizados y equivocados por sueños de venganza racial, a los que sufren el infierno del Capital para centrarse en lo que implica transformar la Sociedad, aquella que nos convoca hasta sus raíces en la esencia de la explotación más vil que no solamente es económica, lo que no alcanzó a desarrollar Marx, sino también política y moral.
Nada podríamos hacer si no estuviéramos convencidos de la justeza de nuestra causa. Los obreros de viejo cuño han dejado de ser el "sujeto revolucionario", los obreros de corbata, aunque no totalmente, deben reemplazarlos en una tarea épica. En 1991 lo demostraron aunque con pocas certezas. La Clase revolucionaria aún no se encuentra en su momento, el que indica su implosión, pero llegará. Nos hicieron creer que la Revolución murió, algo no cierto, solamente es un argumento falso. Está viva, aunque postergada en el tiempo hasta que la gente crea decididamente que puede conseguirla en plenitud, no a partir de antiguas categorías, válidas para su momento, no obstante que deben ser necesarias y transformadas revolucionariamente.
Y en la misma línea, al adentrarse en su cuerpo vital, el del Che Guevara, a veces tímidamente y en ocasiones con inclaudicable audacia, se encontró en un escenario impregnado de certezas, pero también de incertidumbres. Conocer a la persona que no se ha visto viva es difícil, pero leerla a partir de su sacrificio total es fascinante porque pervive en Bolivia, en "la Hoguera que destruirá a todos los oportunistas". No obstante, una cosa está muy clara: no resulta pertinente interpretar hechos pasados separándolos de su propio contexto.
El presente nos ofrece, aunque en una nubosidad muy densa, más conocimientos, mucha más información, pero, también, nos puede alejar de la Revolución, de su espíritu congelado en el tiempo. Pero el principal problema de los revolucionarios de palabra y de obra es radicarse en la idea mal concebida de que el explotador capitalista es el único culpable de las penurias que sufre el proletariado de overol y cuello blanco. En realidad la razón fundamental de la derrota de los trabajadores tiene que ver con su propia inercia, con su facilismo y su incapacidad para encontrar respuestas a la agresión imperialista. Lo quieren todo digerido y preparado para una comida. No se trata de economía doméstica.
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