Los azules están pasando por su mejor momento: han paralizado el país. Pero es preciso saber por qué lo hacen. La población urbana lo expulsó del poder al fugitivo porque quería robarle al soberano, por segunda vez, su triunfo electoral. Ese fue el motivo. En cualquier parte del mundo se sanciona el engaño con drasticidad. No se puede tener en el más alto nivel de jerarquía a un hombre deshonesto. Y ni siquiera debía esperar que lo saquen; debería renunciar y retirarse avergonzado.
Además nadie le dijo que se vaya; él se fue por su cuenta. Por algo será. Dijo que los mexicanos le salvaron la vida. ¿Estaba amenazado? Si manejaba un régimen totalitario con los cuatro poderes del Estado bajo su mando, ¿Quién se hubiera atrevido? Tal vez sólo quiso hacer más dramática su fuga, para que lo vean como víctima. No se sabe. Lo cierto es que desde fuera le ha declarado la guerra a Bolivia. Se está cumpliendo lo que dijo: "cercaremos todas las ciudades; a ver cuánto aguantan".
Además nadie le dijo que se vaya; él se fue por su cuenta. Por algo será. Dijo que los mexicanos le salvaron la vida. ¿Estaba amenazado? Si manejaba un régimen totalitario con los cuatro poderes del Estado bajo su mando, ¿Quién se hubiera atrevido? Tal vez sólo quiso hacer más dramática su fuga, para que lo vean como víctima. No se sabe. Lo cierto es que desde fuera le ha declarado la guerra a Bolivia. Se está cumpliendo lo que dijo: "cercaremos todas las ciudades; a ver cuánto aguantan".
Los beneficiarios eran una legión. Esos son los que sienten ahora su abandono. Su ídolo ha caído. Pero era forzoso que el país recobrara su normalidad; el Estado no puede quedar con el vacío de poder. El gobierno de transición se propone cumplir una misión específica: convocar a elecciones. ¿Por lo que queda apenas un par de meses, están armando tanto berrinche? ¿De qué fondo sicológico aflora tanta reacción beligerante? Lo que pasa es que les rodea la inseguridad, y el miedo les quita el sueño. El Miedo -ha dicho un gran sicólogo, Mira y López - es uno de los cuatro gigantes del alma, como la ira, los celos o el amor. Son pasiones que enturbian la visión de la realidad.
En una entrevista, un casique de tierra adentro respondió, tenemos varios puntos: que renuncie la presidenta, que los soldados vuelvan a sus cuarteles, que se desagravie la wiphala y que se respeten las polleras. Si se descartara el fanatismo político que enceguece, buena razón hubiera para dudar de la salud mental de ese sujeto. Casi no pide nada. En el legislativo hay una mentalidad similar. No siguen el ritmo; se han quedado lejos: quieren rechazar la renuncia del "hermano Evo". El siguiente punto de la agenda puede ser garantizarle la impunidad, cuando vuelva.
Pero en medio de tanta cosa increíble, el guante de seda de López Obrador fue espectacular. Nunca habíamos pensado que tuviera tanto poder el miedo. No lo dejan un instante solo al caudillo; por ahí se descuelga el enemigo, misteriosamente, como en "Las orejas del alcalde", una narración humorística de Ricardo Palma. Lo recibieron allí, en México, como a un héroe que regresaba después de haber ganado una gran batalla. No está exiliado el hombre, como se suponía; todo indica que está gozando de una breve vacación. Cuando termine de arder Bolivia, como el bosque de la Chiquitanía, aparecerá el salvador. Y otra vez habrá paz y prosperidad en la republiqueta del Chapare. Si todo es cuestión de esperar. Hay que tener paciencia.
*Es ciudadano de la república
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