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Domingo 17 de noviembre de 2019

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Revista Dominical

ECONOMÍA DE BOLSILLO

¿Y qué fue de la economía del país?

17 nov 2019

Por: Joshua Bellott Sáenz - M. Sc.

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Conversaba con Diego Ayo sobre un indicador que mencioné en una entrevista; el PIB percápita medido a precios internacionales o ajustado a la Paridad de Compra (eso permite la comparación entre países), y él me decía que sería interesante saber el mismo indicador de algún año antes de la dictadura de Evo Morales. Es así, que en el cuadro siguiente presento este indicador en forma de ranking para 20 países latinoamericanos en dos años: 2004 y 2018. Este cuadro incluye el promedio de América Latina y el Caribe y excluye países como Cuba y Venezuela, que no cuentan con este dato. Los datos, por supuesto, son datos oficiales reportados por el banco Mundial.

En realidad, cuando consulté este indicador y los puse en forma de ranking de países revisé los años 2000, 2004, 2010 y 2018, y resulta que en todos los años no cambian los dos primeros y los 5 últimos lugares. Bolivia en estos 4 años se mantuvo en el puesto 17 si no tomamos en cuenta el promedio de América Latina y el Caribe. Por otro lado, es importante ver países que entre el 2004 y el 2018 descienden en el ranking: Argentina, México, Brasil, Belice y Suriname. Asimismo, podemos ver países que ascendieron en el ranking: Panamá, Chile, Costa Rica, Uruguay y Perú.

En realidad, cuando consulté este indicador y los puse en forma de ranking de países revisé los años 2000, 2004, 2010 y 2018, y resulta que en todos los años no cambian los dos primeros y los 5 últimos lugares. Bolivia en estos 4 años se mantuvo en el puesto 17 si no tomamos en cuenta el promedio de América Latina y el Caribe. Por otro lado, es importante ver países que entre el 2004 y el 2018 descienden en el ranking: Argentina, México, Brasil, Belice y Suriname. Asimismo, podemos ver países que ascendieron en el ranking: Panamá, Chile, Costa Rica, Uruguay y Perú.

El PIB per cápita resulta de la división del Producto Interno Bruto de un país (valor de la producción de los bienes finales en un año) entre el número de habitantes, y en este caso, es ajustado para que pueda ser comparado con cualquier país (ajustado por la paridad del poder de compra). Recuerden que el ex vicepresidente en días pasados habló de este indicador afirmando que cada boliviano tenía 4 mil dólares anuales en el bolsillo, afirmación por la que fue criticado fuertemente en redes sociales. En realidad, nadie le creyó porque este indicador tiene un problema respecto a que no muestra la realidad en cuanto a la distribución de la riqueza, ya que puede haber pocos habitantes con un indicador mucho más alto y gran parte de la población con una cantidad mucho menor, y lo que se reporta es un promedio. El PIB al igual que el PIB per cápita o por persona, pueden ser considerados como indicadores del crecimiento económico o capacidad productiva de un país, pero también como una medida de bienestar, esto en el sentido de que mientras más alto sea el indicador, pues ese país es más rico que los demás.

En el cuadro se ve que Bolivia el año 2004 tenía un indicador que alcanzaba a 3,909 dólares americanos, por persona y el 2018 alcanzó a 7,859 dólares (para poder comparar con los otros países este indicador sube su nivel o cuantía). Independientemente de las cantidades, resulta que Bolivia no cambió en el ranking manteniéndose en el puesto 17, y peor aún, si medimos la diferencia o la brecha entre el primero y Bolivia, resulta que el 2004 la diferencia era de 27,233 y el 2018 se amplió a 31,612 dólares, o sea, si bien no cambiamos de puesto, sí nos alejamos más del primero.

Una conclusión que se desprende de este análisis, es que si bien la propaganda gubernamental repetidas veces nos dijo que Bolivia; dado el maravilloso modelo económico implantado, era el país que más crecía en América Latina, y resulta que respecto a los demás países nos mantuvimos en el mismo puesto y lamentablemente, desmejoramos en vista que la brecha entre los países más ricos de la región y nosotros, aumentó. Por lo tanto, pese al "auge" vivido, nos volvimos más pobres respecto a los demás.

Un puertorriqueño tiene más de 31 mil dólares anuales en el bolsillo, respecto a un boliviano. Es claro que ni siquiera podría atreverme a comparar esta cifra con países europeos como Suiza, país que según el expresidente ya deberíamos haber alcanzado hace algunos años. TABLA - 1

Continuando con el análisis, en días pasados el INE reportó la cifra de crecimiento del PIB al segundo trimestre del presente año. La economía boliviana creció entre enero y junio de 2019 a un 3.13%, y creció entre julio de 2018 a junio de 2019 a un 3.38%. Los rubros que explican este crecimiento son la agropecuaria, el comercio y los servicios financieros, principalmente. Por otro lado, el dato preocupante fue la caída del sector de petróleo crudo y gas natural que tuvo un crecimiento negativo de 20.11%. Con estos datos reportados queda claro para la mayoría de los organismos internacionales y el mismo Gobierno, que el crecimiento este 2019 no pasará del 4%. Mencionamos estos datos porque también queda claro que en los últimos años el crecimiento de la economía boliviana es cada vez menor.

Muchos analistas económicos coinciden; ahora con un alto grado de seguridad, que se vienen días duros para los bolivianos, y que el tan mentado modelo económico, en realidad fue un engaño o un proceso artificial. Mauricio Ríos llama a este supuesto "auge" de los últimos años como una burbuja de crecimiento, en otras palabras, la economía sí creció, pero no de manera que pueda asegurar la sostenibilidad de la misma, dado que no cuenta con una base económica que la sustente. En otras palabras, la economía se infló, pero cuando las condiciones que la hicieron crecer cambien, se desinflará de manera abrupta, y ya quedó claro que cambiaron. ¿Cuáles fueron esas condiciones?

Principalmente, la economía boliviana dependió y depende en un gran porcentaje de las materias primas (gas y minerales) y el alza de precios vivida. Los ingentes ingresos que recibió el Estado proveniente de estos sectores, fueron canalizados a la economía, especialmente a través de inversión pública dirigida a infraestructura sin ningún tipo de priorización, siendo que la misma no pudo reproducir valor ni un mayor bienestar. Dicha inversión puede ser considerada como inerte, en vista que ni siquiera repuso el capital invertido en hidrocarburos y otros sectores, e incluso destruyó cualquier tipo de inversión privada. Pese a lo mencionado, el Gobierno invirtió en algunos rubros productivos, pero el resultado fueron empresas estatales deficitarias e ineficientes que no crearon empleo de manera suficiente. Por lo tanto, la generación de valor agregado fue escasa y en la actualidad se encuentra de caída. Resultado de esta política es que la economía informal alcanzó al 80% de la población.

El modelo económico implantado, se concentró en incentivar e inflar la demanda a través de la mencionada inversión pública, siendo resultado de la misma el aumento del consumo y de las importaciones de productos (incluso alimentos), dado que la demanda nunca creo oferta y requeríamos de la producción de nuestros países vecinos para cubrir nuestras necesidades.

Mientras los precios de las materias primas se mantuvieron altos, el ingreso creciente permitió acumular una importante cantidad de Reservas Internacionales Netas, permitió también, un crecimiento de las exportaciones (especialmente en valor), y un crecimiento del PIB, aunque con los reparos mencionados el principio de este artículo. Cuando los precios cayeron, claramente la economía empezó a perder reservas de manera acelerada, las importaciones crecieron por encima de las exportaciones y el PIB empezó a decrecer. Para el colmo nos endeudamos aceleradamente, y el déficit público creció con el pasar de los días.

La economía boliviana es pequeña y poco diversificada, por lo que depende de muy pocos productos, muy pocos sectores, y por lo tanto, de muy pocas empresas. Es así que más del 75% de las empresas en Bolivia son unipersonales, y dadas las condiciones de inseguridad jurídica y ahora política, Bolivia cuenta con uno de los más bajos niveles de inversión extranjera directa, y por supuesto, con un muy bajo nivel de inversión productiva privada.

Dado que estas benevolentes condiciones externas de buenos precios ya cambiaron, los ingresos por IDH se redujeron en más de un 40% con miras a reducir aún más, dejando a la deriva la posibilidad de seguir incentivando la demanda. Dado que se destruyó la base productiva y nunca se incentivó el emprendimiento privado, no tenemos con que compensar esta caída y el crecimiento económico continuará en retroceso.

Es claro y lamentable que el futuro gobierno tendrá la tarea titánica de ajustarnos los pantalones (reducir el gasto) y liberalizar aún más la economía, siendo cada vez más difícil mantener la estabilidad. El proceso de cambio pudo mantener la estabilidad económica sólo porque contaba con mucho dinero que no fue producto de su esfuerzo, sino de condiciones artificiales externas, dinero que fue despilfarrado y robado. Si alguien me pregunta cuál es mi reclamo más fuerte a este proceso de cambio de 14 años, le responderé que es el hecho de que desperdició la mejor época vivida por Bolivia, coyuntura que difícilmente se repetirá.

En ese sentido, es claro que Bolivia con todo el dinero que ingreso al Estado podía estar tres veces mejor, pero el resultado lamentable es que la pobreza aumentó, la base económica fue destruida y con eso nuestro futuro, fue básicamente rifado.

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