Esta semana el Gobierno derrochó llamados a la paz, como si la violencia fuera fruto sólo de mentes infernales que se desatan en su contra. Por eso preferà incidir aquà en el odioso hábito de atender más las acciones y la lógica que revelan más que las palabras.
No me concentro por eso en la palabrerÃa oficial ni en las alucinaciones (imágenes que se cree ver, pero no existen), como las de sobrevolar Vietnam, según afirmaciones del ministro que efectivamente no está para llamar a la paz, sino para "administrar rigores", si improviso una expresión polÃticamente correcta.
No me concentro por eso en la palabrerÃa oficial ni en las alucinaciones (imágenes que se cree ver, pero no existen), como las de sobrevolar Vietnam, según afirmaciones del ministro que efectivamente no está para llamar a la paz, sino para "administrar rigores", si improviso una expresión polÃticamente correcta.
Sólo como digresión, si de alucinar se trata, es ideal hacerlo desde el Sputnik, casual y decidor nombre del portal de noticias que obtuvo esas declaraciones, en las cuales donde decÃa Bolivia, el ministro leyó Vietnam. Esa involuntaria metáfora viene al pelo, pues es más grato y menos expuesto ver lo que ocurre en Vietnam -alegorÃa de la guerra- desde el Sputnik, a salvo mientras otros ponen la sangre.
El Gobierno acusa a la oposición como si no fuera sobre todo suya la responsabilidad de atizar, irradiar y detonar la violencia. Como si las necedades del Tribunal Electoral le fueran ajenas; como si desatender el descontento, la ansiedad y el miedo de una sustancial porción de la sociedad, hoy la mayorÃa, pudiera hacerse de modo persistente, con desprecio, arrogancia, sorna, perdonando vidas; esperando, además, con santa ingenuidad, que la caldera no hierva. Y a eso le llaman ojo polÃtico.
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