Bolivia un país en transición

Más de tres décadas que nuestro país vive bajo el símbolo de la democracia recuperada después de prolongados periodos de dictadura y bajo el control de sistemas totalitarios, está nuevamente en una fase de transición, como otra que ocurrió en democracia en los años 90, cuando la fuerza popular echó por tierra al gobierno democrático de Sánchez de Lozada, desplazando un gobierno ante la arremetida popular que se oponía a medidas oficiales y demandaba otras para "defender los recursos naturales", fueron jornadas en las que se impuso la unidad de conglomerados sociales insatisfechos.

El tiempo transcurrió y se acomodó en el manejo del Estado, un gobierno que surgía de "las clases populares" y ese contenido social logró imponer un modelo denominado "de cambio" que permitió evidentemente, algunas ventajas para los seguidores de un partido que prestándose la sigla del MAS, se hizo cargo del Estado boliviano, imponiendo sus propias características que lo convirtió en el pasar del tiempo, en un partido cuya dirigencia actuaba con claro poderío populista, y al ser receptor de algunos beneficios que introdujo el anterior gobierno, las medidas aparecieron como elementos sociales para mejorar la condición de vida de las mayorías. La sociedad reconoce la aplicación de varios bonos, que por supuesto constituyen un apoyo "en efectivo" para varios sectores de la comunidad.

El Gobierno del MAS, ganó en elecciones, aprovechó un interesante periodo de bonanza gracias a buenos precios de nuestros recursos naturales, el caso del gas y de los minerales, lo que permitió una distribución de recursos económicos, para apoyar los presupuestos de gobernaciones, municipios y universidades públicas, situación que, sin embargo, comenzó a declinar en el último tiempo. Los gobernantes del MAS se "engolosinaron" con el manejo del Estado, y tal parece que ahí comenzó el camino de bajada de un sistema que se volvió atrabiliario, impuso la fuerza y desconoció la Constitución Política del Estado (CPE) para perpetuar a su binomio oficial en otra gestión presidencialista, cuando la legalidad ya no lo permitía.

Como efecto de esa circunstancia considerada irregular, pues incluso se desconoció el resultado de un referéndum, las cosas comenzaron a cambiar y aunque el Tribunal Supremo Electoral, perdió autonomía y autoridad, se llegó a la elección del 20 de octubre que, por lo visto, se convirtió en el detonante de una abierta resistencia a la actitud del Gobierno y sus instrumentos que vulneraban los derechos ciudadanos. Comenzó una leve resistencia que, no obstante, fue creciendo, en la misma forma en que caprichosamente se insistía en instalar al binomio oficialista, al que de una manera "solapada" como se denunció y comprobó después, se le asignaron votos irregulares. El fraude fue denunciado y establecidas las irregulares acciones que se produjeron en el TSE, lo que desató recién una verdadera reacción popular en defensa del voto ciudadano.

Comenzaron en Santa Cruz, las movilizaciones ciudadanas en defensa de la democracia y el voto del pueblo, la realización de cabildos mostró la faceta de rechazo comunitario a la tozudez de los gobernantes, hasta llegar a los hechos que el país ha vivido en las últimas horas, logrando con su movilización, la renuncia de los gobernantes, acción que deja al país en un proceso de transición que debe ser superado con criterios de orden legal enmarcados en la CPE.

Hay necesidad de que el Congreso delibere, acepte las renuncias de los gobernantes y disponga la renovación total del TSE, además de aprobar mecanismos para la sustitución de más de una treintena de funcionarios de diverso nivel que optaron por la renuncia a la hora en que el "barco se hundía". El país entrará en calma, es lo que se espera y para eso se contará con una tarea eminentemente profesional de los organismos de seguridad como la Policía y en caso necesario las FF.AA. Tras 20 días de intranquilidad, la paz debe primar en la recuperación del sistema estatal. La convocatoria a nuevas elecciones será el punto de firmeza en defensa de nuestra democracia.