Desear que tuviera treinta años menos es rasgo personal en tiempos de bloqueos y desobediencia civil. Hoy los protagonistas son jóvenes, la mayorÃa quizá sin uso de razón al advenir la larga noche del despilfarro abusivo del Gobierno "originario" a guisa de "proceso de cambio": tal vez ha sido un corregido y aumentado relevo de rateros. "Originario", a su vez, es el curioso invento de algún impostor, que hace oriundos de Plutón a la mayorÃa de bolivianos. Entre ellos, esos que hoy tratan de demonizar tildándolos de "la derecha".
Perla fue que una bronca de conquistados tuvo que ver con que los conquistadores no aflojaron en reconocer fueros y privilegios de la clase dominante indÃgena, parecida a la europea. Ergo, habÃa una clase dominante indÃgena. Pese a los reclamos, los peninsulares porfiaron en fichar a todos en una peyorativa categorÃa sociológica: "indios".
Estos son tiempos borrascosos. Quizá los gobernantes politiqueros esconden sus tropelÃas corruptas, llegando al extremo de amenazar las ciudades con cercos campesinos, con tal de prorrogarse en el trono y tapujar sus abusos. Sin embargo, llega un momento en que la frustración de la gente hace incontenible la ira del pueblo.
Hay mucho por hacer en la investigación etnohistórica, de conocer las verdaderas raÃces de la patria, antes de auspiciar reformas falaces en vez de reales cambios sociales que requiere Bolivia.
¿Será que en las espaldas bolivianas se pueden sembrar nabos?
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