¿Hacia dónde vamos bolivianos?

La situación se pone más tensa cada día que pasa, y es que han transcurrido diez días desde que se realizó el acto eleccionario, arrojando un dudoso resultado que ha puesto en conflicto al electorado nacional y ha desatado una serie de dudas que no pueden ser despejadas por la vía más natural, que tendría que ser el reconocimiento de que "algo anduvo mal" en el recuento de votos y por lo mismo tal error, si hubo, puede ser enmendado de manera técnica, legal y pacíficamente, para eliminar un entuerto que puede enfrentar a los bolivianos y que por supuesto es lo menos que se espera.

Un electorado que estuvo pendiente del cumplimiento de normas por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), admitió que en el proceso fueron vulneradas algunas e incluso se omitió el respeto democrático a resultados de un referéndum que estableció el "Bolivia dijo No" que más adelante se utiliza como llamativa frase para mover una candidatura presidencialista que se mueve en el sector oriental del país, aunque con resultados poco halagüeños. Sin embargo la irrupción en la contienda partidaria de otros elementos genera una esperanza de renovación entre los bolivianos, hombres y mujeres, que trataron con su voto, y defendiéndolo luego, una opción al derecho democrático de renovar la estructura administrativa del Poder Ejecutivo.

En el recuento de nuestro caminar ciudadano, buscando alternativas para mejorar nuestras condiciones de vida, se cuentan muchos hechos, especialmente desde que recuperamos la democracia hace 37 años, un largo periodo en el que se registraron 10 elecciones presidenciales y otros procesos de consulta popular, con algunos resultados que sirvieron a ciertas corrientes partidarias y dejaron frustradas algunas expectativas ciudadanas, pero en todo caso no se llegó a una instancia como la actual, en la que se presenta de manera viva una convulsión social, cuyo estallido ha sido el "resultado manipulado" de la última elección, según lo establecen los entendidos y lo admiten incluso los candidatos del partido oficialista, cuando señalan su predisposición a una auditoría de un organismo internacional como la OEA, para limpiar lo malo y establecer "la falla" que aparentemente dio paso a la alteración de actas y por supuesto del porcentaje de votos, que finalmente otorgan un triunfo directo del binomio oficialista y descartan la "segunda vuelta" de elección que reclama el segundo candidato más votado en el proceso de 10 días atrás.

Frente a la actitud caprichosa de algunos políticos y por supuesto del propio TSE, sobre lo que parece cuenta cerrada y desconocimiento de los derechos ciudadanos, se abre un proceso de "resistencia ciudadana" que comienza levemente, pero que en el transcurrir del tiempo va tomando características realmente preocupantes, pues se trata de una resistencia civil en los nueve distritos, con realización de cabildos y masiva asistencia de personas, que adoptan decisiones más amplias que sólo el reclamo de resultados, pues aflora un pedido de cambio de gobierno y respeto pleno a la Constitución Política del Estado, lo que implica, entre otras cosas el desconocimiento al resultado "observado" del TSE.

Lo grave del asunto es que desde la esfera gubernativa se alienta la movilización de otras fuerzas afines al partido oficial, como el caso de los mineros que salen a las calles y amedrentan a la colectividad usando dinamita, mientras en el otro bando se establecen condiciones que radicalizan los bloqueos, el paro de actividades y logran paralizar el país con los resultados de un perjuicio generalizado que ojala no se profundice.

Hay necesidad de establecer diálogo, de pensar seriamente en dar un paso al costado, permitir la auditoría externa, que no sea sólo trabajo de la OEA, sino también de otras representaciones externas como la Unión Europea y las delegaciones de naciones que viven en el marco del respeto a sus leyes. No hay que esperar más tiempo, por el peligro que entraña esa tozuda actitud. Hay que abrir el trabajo de recontar los votos, uno a uno, para tener un resultado respetado y no amañado.