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Domingo 27 de octubre de 2019

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Revista Dominical

La muerte de Fidel Rivas

27 oct 2019

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Por: Juan José Toro Montoya

Presidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP)

Era obvio que quería morir. En su cuarto, ubicado en la planta alta del número 69 de la calle Sucre, la Policía no sólo encontró el cuerpo ensangrentado sino una gran cantidad de analgésicos y llegó a presumir que muchos ya habían sido consumidos por él, antes de infringirse las heridas mortales.

Su nombre completo era Fidel Rivas Michel. Era uno de los integrantes originales del grupo cultural Gesta Bárbara y murió el 24 de octubre de 1940. Aunque lamentable, su muerte habría sido un suceso más de aquel año de no ser por las peculiaridades que tuvo. Había gran cantidad de sangre en la habitación del difunto porque él había intentado matarse más de una vez, en la misma noche, y sólo se detuvo cuando lo hubo logrado.

"Sensacional trágico suceso", tituló a todo lo ancho de su primera página el periódico de entonces, Alas, en su edición del sábado 26 de octubre de 1940. Además de proporcionar algunos datos del hecho, el impreso se preguntaba si lo sucedido fue suicidio o asesinato.

"Sensacional trágico suceso", tituló a todo lo ancho de su primera página el periódico de entonces, Alas, en su edición del sábado 26 de octubre de 1940. Además de proporcionar algunos datos del hecho, el impreso se preguntaba si lo sucedido fue suicidio o asesinato.

La duda radicaba en algunos hechos como, por ejemplo, la cantidad de heridas que se había hecho el difunto, la inexistencia de una nota póstuma, el desorden en el que se encontraba la habitación y, finalmente, que la luz eléctrica se haya apagado como si nada hubiera sucedido. "Un sujeto martirizado, herido gravemente, con pérdida brutal del conocimiento que regula la vida, es incapaz de poseer el dominio normal de sus facultades intelectuales, hasta para llegar al botón eléctrico, quitar la luz de su cuarto, abrigarse perfectamente en el lecho y desangrarse lentamente", decía Alas a tiempo de solicitar que el hecho de sangre se esclarezca.

El cadáver presentaba hasta tres heridas cortantes y, por ello, se dudaba que estas hayan sido causadas por mano propia. "Fue degollado", decía la gente y el periódico también reprodujo esas voces.

Pero las exigencias de Alas no duraron mucho tiempo porque, apenas cuatro días después, y también en primera plana, se publicaba el informe íntegro que el investigador Juan Paredes elaboró a pedido del juez cuarto de intrucción. El documento, que reproducimos en su integridad para razones de mejor estudio, concluye que Rivas se suicidó porque el examen del cadáver permitió establecer que también padecía una enfermedad venérea.

Pero no fue el escabroso detalle el que acalló las voces que pedían justicia sino los antecedentes del suicida. Rivas era conocido por ser un hombre taciturno y retraído porque llevaba una pena de amores en el alma. En confesiones hechas en 1922 a un viejo amigo suyo, que Mario Araujo Subieta reproduce en su "Potosí periodístico y literario", Fidel había confesado que "un amor no correspondido ha secado todo mi entusiasmo, destrozó las quimeras que me forjé acerca de la vida, ahora silenciosa y triste".

Quería morir y todo indica que lo hizo cuando tomó la decisión de hacerlo. Es probable que las múltiples heridas se hayan debido a que se encontraba en estado de ebriedad y pese a los cortes hechos, tanto con navaja de afeitar como con un pedazo de espejo, él sentía que no se moría así que repitió los intentos.

Se fue la noche del 24 de octubre de 1940, desangrándose por completo entre las 23:00 a 24:00 de ese día que, irónicamente, es histórico para Potosí, pero no por su muerte sino porque su amigo, el entonces alcalde Wálter Dalence, había promulgado la Ordenanza Municipal que creaba la bandera potosina.

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