La codicia es uno de los irrefrenables sentimientos que persiguen a las personas en pos de enraizarse en ellas y constituirse en actitud, entonces, se transforma en codicia social que consiste en experimentar un apremiante deseo de adquirir un status o situación social o algún valor cultural.
La codicia polÃtica es la más peligrosa y perversa pues cuando se la consigue se dispone de poder y oportunidades para ingresar a la corrupción. ¿Cómo se evitarÃa esta degeneración de la polÃtica?, simplemente siguiendo invariablemente las enseñanzas de los antiguos griegos que antes de asumir un cargo polÃtico o público juraban solemnemente "sólo servir al pueblo" y, cumplÃan, pues servir al pueblo era para ellos un apostolado.
Cuando la polÃtica rige la acumulación de riqueza se crean sociedades en constante progreso pero insensibles a las mayorÃas, además que ese paroxismo de progreso les conduce a no saber hacia dónde progresan, por ello el progreso no debe ser ciego sino distributivo y la riqueza debe repartirse en diferentes modos e inmediatamente a la población más necesitada para que pueda disfrutarlo.
Cuando la polÃtica rige la acumulación de riqueza se crean sociedades en constante progreso pero insensibles a las mayorÃas, además que ese paroxismo de progreso les conduce a no saber hacia dónde progresan, por ello el progreso no debe ser ciego sino distributivo y la riqueza debe repartirse en diferentes modos e inmediatamente a la población más necesitada para que pueda disfrutarlo.
La codicia tiene otras connotaciones negativas y su origen reposa en la mitologÃa si retrotraemos a la memoria el relato del Rey Midas al cual sólo le apremiaba la posesión del oro.
¿CabrÃa la calificación de emocional a la codicia o es sólo un exceso de adquirir riqueza?, se puede señalar a la codicia como humana con dos vertientes para su mejor comprensión: una es la aseveración que la codicia radica en la naturaleza de la humanidad, empero, esa codicia puede estar dirigida a conseguir cosas buenas; la otra sólo por su calidad de deseo irrefrenable, como lo referÃamos sobre el Rey Midas, es el prosaico afán de posesión.
Otro ejemplo en la literatura es la genial concepción del poeta alemán Goethe donde el mago Fausto vende su alma al Mefistófeles a cambio de saber de los bienes terrenales.
*Es abogado, posgrados en Ciencia PolÃtica y FilosofÃa (maestrn), Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Ciclación, Derecho Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derechos aeronáutico del Espacio y de la Aviación Comercial), Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior (maest), doctor honoris causa (IWA-Cambridge Unversity USA)
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