En estas horas de reflexión polÃtica, silenciosa y sin propaganda electoral, voy a echar mano de la memoria. Miro atrás y veo, como apunta el arquitecto VÃctor Hugo Limpias, al "pueblo aislado y solitario durante 4 siglos (durante el auge gomero sólo viajaban los industriales), y que en sólo 3 años (Septiembre/1954 a Diciembre/1957) nos hayamos conectado al mundo (con los Andes, Brasil y Argentina, de golpe y porrazo) fue por un lado traumático y por otro, providencial. El trauma nos salvó de desaparecerÂ?"
Vuelvo a mirar y resulta que ¡es cierto! no desaparecimos. Aquà estamos vivos, sin olvidar que lo estamos gracias a quienes nos precedieron, a quienes se imaginaron el provenir y lo construyeron. Otros escribieron la historia: Humberto Vázquez Machicado, Enrique Finot, Hernando Sanabria, José Luis Roca, Isaac Sandóval R., Alcides Parejas Moreno, Paula Peña Hasbún, entre muchos más. Y nos la han legado. Algunos sembraron la audacia pionera de valores empresariales, también individualistas y competitivos.
Todas las generaciones le fuimos agregando lo nuestro, hasta hacer de Santa Cruz la región emergente que es actualmente. Espacio territorial ahÃto de promesas y también dificultades, dada la complejidad contradictoria de todo capitalismo periférico para alcanzar un desarrollo sostenible con justicia y equidad.
Si Santa Cruz es la ´locomotora económica´ de Bolivia, la que contribuye más a la recaudación tributaria, la región que más crece en población, la que atrae más migración interna y externa, la que produce 72 % de los alimentos que consumen sus más de 11 millones de habitantes, la región desde donde surge la nueva Bolivia diversa, múltiple, abigarrada y mestiza ¡enorme responsabilidad la que nos han dado! Responsabilidad polÃtica, socioeconómica, cultural, medioambiental, étnica, de género y generacional.
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Si Santa Cruz es la ´locomotora económica´ de Bolivia, la que contribuye más a la recaudación tributaria, la región que más crece en población, la que atrae más migración interna y externa, la que produce 72 % de los alimentos que consumen sus más de 11 millones de habitantes, la región desde donde surge la nueva Bolivia diversa, múltiple, abigarrada y mestiza ¡enorme responsabilidad la que nos han dado! Responsabilidad polÃtica, socioeconómica, cultural, medioambiental, étnica, de género y generacional.
¿Responden este presente y futuro a una estrategia de sus clases dominantes y élites locales con un horizonte de visibilidad tan a contra flecha del omnipresente centralismo andino? ¿O es la cosecha de las disruptivas luchas regionales del siglo pasado y principios de este XXI: regalÃas petroleras, descentralización, democratización de alcaldÃas, elección de prefectos, manifestaciones democráticas como los ´Cabildos´, peleando por autonomÃa y ahora por el federalismo de vieja data, desde Andrés Ibáñez? ¿O es ambas cosas, más otras y todo mezclado?
Aquellas fueron demandas regionales que, algunas secuestradas por el centralismo, como las autonomÃas actuales, se convirtieron en polÃticas de Estado. Este es el resultado de aquellos fructÃferos años. Nada bien les cae a muchos centralistas. Es lógico, si asumimos que cuando crece la competencia en unidades territoriales que no están separadas por fronteras, ganan credibilidad las élites locales y el argumento de que la autonomÃa polÃtica es necesaria para aumentar la competitividad económica. En eso andamos contra los centralismos de cualquier cuño.
Me apropio de la frase de la escritora y feminista nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, para afirmar que "el silencio es un lujo que no podemos permitirnos". Lo repito para sugerirles a los habitantes de Santa Cruz departamento y Santa de la Sierra capital, que debiéramos mirarnos al espejo para reencontrarnos y decirnos la verdad. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Tengo la impresión de que andamos perdidos al calor de una coyuntura que ha extraviado la memoria como un derecho y como un deber social.
Sólo ahora que se conocen las formas superiores de la evolución histórica de la región, se puede ir a las inferiores, para saber cómo fue su devenir. Es decir, la comprensión holÃstica de ´La cuestión regional´, transversal al desarrollo de la formación socioeconómica cruceña.
En ese orden, es necesario empezar por afirmar que el regionalismo no es separatismo. Es "la expresión de un malestar y de un descontento", como afirmó José Carlos Mariátegui, frente al centralismo, allá por 1928. El escritor peruano señalaba que "el fin histórico de una descentralización no es secesionista, sino por el contrario unionista. Se descentraliza no para separar y dividir a las regiones, sino para asegurar y perfeccionar su unidad dentro de una convivencia más orgánica y menos coercitiva. Regionalismo no quiere decir separatismo".
Hacer referencia al pasado, es ir a las raÃces del presente y entender los primigenios orÃgenes de un conflicto que oscila entre baja y alta intensidad, desde el desdén, el atraso, el despegue, el progreso, su explosión, sus desafÃos y sus debilidades. Entre ellas, la cultura cruceña, la mestiza, que conlleva la auto identificación territorial.
La identidad de los diversos actores sociales, hoy anda coja. Aquella ´lealtad´ autorreferencial al territorio se está perdiendo, se ha perdido, o no fue adquirida. A algunos porque no les interesaba: no tenÃan apego a la región. A otros, porque son ´recién llegados´, es decir migrantes de otras regiones del paÃs, en busca de su lugar en el mundo. Y otros, como punta de lanza de sus propios intereses.
Entonces, insisto: mirémonos al espejo con el derecho y el deber de la memoria. Soy cruceña y boliviana.