La democracia comprometida

El término gramatical como tal, está en boca de los políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, por establecer de ese modo a las dos corrientes que ahora están empeñadas en hacer respetar las condiciones que tras el proceso eleccionario y en un primer recuento de votos, anunciado por el organismo electoral, mostraba una relación porcentual, entre el primero y el segundo, que conducía al inmediato futuro político, hacia una segunda vuelta como se establece en las reglas de juego.

La denominada "fiesta democrática" por la concurrencia del electorado a las urnas se cumplió en tal instancia, pero venía luego la parte compleja del recuento de votos y el o los anuncios oficiales sobre resultados preliminares, que al ser conocidos en la misma jornada de las elecciones, disponía una "casi segura" segunda vuelta, mostrando de ese modo que se presentó una variable en el comportamiento electivo de la ciudadanía.

Tomando en cuenta que las cifras iniciales correspondían al �rgano Electoral, los candidatos asumieron en cada caso una posición estrictamente partidaria, mostrando beneplácito en un caso y resistencia (a las cifras) en el otro, lo que mostró un panorama de incertidumbre en la comunidad boliviana. En democracia deben ser respetados los resultados de una elección, era un punto de vista dual, tanto para quienes daban por hecho un cambio en el proceso, pero por el otro creando una duda sobre resultados y "asegurando" que los mismos cambiarían con la llegada de actas del sector provincial y algo que podía llegar de legaciones diplomáticas en el exterior.

La jornada electoral fue cerrada en esa condición, con un resultado no definitivo y con un anuncio de continuidad del recuento de votos en la siguiente jornada, la que corresponde al "día después", que se presenta con una alternativa "que se sospechaba" y que fue observada por los delegados de partidos, cuando se interrumpió el recuento de votos, sin una justificación que amerite tal decisión y que además se acompañaba desde fuera del recinto electoral con una serie de denuncias sobre el manejo irregular de "maletas" electorales, identificadas en domicilios particulares, fuera de recintos electorales, y un abierto reclamo ante observadores internacionales sobre lo que se consideraba una alteración al proceso democrático de elecciones.

Fue una jornada post electoral de mucho ajetreo, de un seguimiento al proceso, pero sin mayor contundencia de reclamo y menos con posibilidades de "enderezar" un problema que como dicen los políticos "se torció" la noche de elecciones. Lo llamativo del asunto es que horas después las autoridades electorales reiniciaron el trabajo de cómputo pero con una noticia novedosa: Variaron los porcentajes y las nuevas cifras antelaban la eliminación de segunda vuelta, pues el partido oficialista subió su porcentaje y se daba como ganador en la instancia electoral.

Así resumida la situación, con más o menos detalles afines al reclamo airado de los dirigentes políticos de oposición y del partido que gozaba de un apoyo ciudadano elemental para avanzar a una próxima definición, quedaba en duda, mientras que desde el oficialismo se acentuaba la posición triunfalista, descartando la segunda vuelta, una posición que abrió más dudas en el electorado y reclamos institucionales del sector ante los veedores internacionales, denunciando la aplicación del temido fraude.

El hecho como se lo observa en el tiempo presente, deja incredulidad sobre la responsabilidad del Tribunal Electoral, sin opciones para exigir a ese organismo el cumplimiento de un trabajo imparcial, responsable y serio a favor de la democracia vigente, que tal parece comprometida políticamente, vulnerando nuestra Constitución y derechos ciudadanos.