Neoliberalismo no es liberalismo

Nada más angustiante para los candidatos de la oposición que los de la vereda de enfrente que son neopopulistas del Siglo XXI los tilden de neoliberales. Ambas concepciones políticas son desviaciones, que se han convertido políticamente en malas palabras.

No parece probable que el neopopulismo vaya a cambiar de actitud si acaso se hacen del poder, con la gran diferencia de que los ingresos económicos que recibieron en las tres gestiones anteriores han disminuido y van a disminuir mucho más, y el neopopulismo funciona y opera siempre que haya para dar dádivas, sustituyendo la gestión por demagogia.

Los candidatos de oposición, no muestran objetivamente qué cambios van a realizar en su gestión, cómo van a modificar el esquema neopopulista, porque consideran -eso creo- que proponer cualquier cambio significa ser y volver al neoliberalismo, lo cual es un error conceptual muy grande.

El liberalismo en el transcurso del tiempo ha tenido muchos embates, de los cuales ha salido fortalecido y asumiendo pensamientos que enriquecen el relato liberal. Como en un artículo anterior citaba a Yuval Noah Harari que dice, "el relato liberal demostró ser mucho más flexible y dinámico que ninguno de sus oponentes. Triunfó sobre el imperialismo, el fascismo y el comunismo al adoptar algunas de las mejores ideas y prácticas de estos. En particular, el relato liberal aprendió del comunismo a ampliar el círculo de la empatía y a valorar la igualdad junto con la libertad".

Analicemos al liberalismo moderno, este pensamiento político se sustenta en la vigencia de un (I) Estado de Derecho, con una clara separación de los poderes del Estado, que al ser respetados individualmente se genera el control de pesos y contrapesos tan necesario para la vida seria de un país que quiere crecer y progresar; (II) la justicia social que es permitir el alcance de cualquier ciudadano a obtener lo que por su esfuerzo lo requiera de respeto, de reconocimiento y no de explotación, es un concepto global que no se puede confundir con el acceso a la justicia ya sea campesina o indígena o de cualquier otro concepto, en un Estado de Derecho todos son cobijados por igual dentro de una seguridad jurídica, económica y social; (III) la institucionalización seria y responsable de las estructuras que componen el Estado que son las instituciones y se convierten en referentes serios de organización, sin los que un Estado no existe. Es por eso que la institucionalidad consiste en cada una de las organizaciones fundamentales de un Estado, nación o sociedad; (IV) el acceso de la población a tener una educación que eduque para ahora y el futuro; (V) el acceso a los servicios y atención de salud para que puedan ser atendidos por profesionales con respeto y seriedad profesional y no sólo por recibir su ítem mensual, y obviamente, que la educación y la salud dependen de tener instituciones fuertes y serias; (VI) leyes laborales que contemplen nuevas formas de relación y que no sean propias de sistemas que vuelven al trabajador en esclavo, que asegura su fuente de trabajo pero le cortan la posibilidad de mejorar y ascender por la restricciones impuestas por las autoridades laborales; (VII) que se pueda exportar sin restricciones ni necesidad de acuerdos políticos y así poner al país en la vitrina del mundo por lo que produce y comercializa. Se podría seguir detallando los diferentes aspectos del liberalismo moderno, pero ya con lo expuesto, tenemos la idea de este pensamiento que se lo quiere subsumir en uno exagerado y que ha desvirtuado su esencia misma.

Es de presumir, que, si hubiera cambios conceptuales profundos, no los vamos a poder ver en esta ni en la próxima gestión, porque hay que trabajar mucho y vemos que no se perfilan líderes para llevarlos a cabo.

Vía hoybolivia.com