Hace cuarenta años, al anochecer del 16 de noviembre de 1979, Lidia Gueiler Tejada saludó al pueblo reunido en la Plaza Murillo para celebrar, en medio de gritos jubilosos, la derrota del golpe para imponer un gobierno cÃvico militar por encima de la voluntad popular.
La Corte Electoral elegida en los estertores de la dictadura de Hugo Banzer anuló los comicios por el grotesco fraude electoral. El delfÃn, otro general, Juan Pereda Asbún no se resignó y tumbó a su padrino. No subsistió mucho. En una parrillada, los militares resolvieron cambiarlo por otro y asumió David Padilla sin derramamiento de sangre porque prometió convocar inmediatamente a nuevas elecciones.
La Corte Electoral elegida en los estertores de la dictadura de Hugo Banzer anuló los comicios por el grotesco fraude electoral. El delfÃn, otro general, Juan Pereda Asbún no se resignó y tumbó a su padrino. No subsistió mucho. En una parrillada, los militares resolvieron cambiarlo por otro y asumió David Padilla sin derramamiento de sangre porque prometió convocar inmediatamente a nuevas elecciones.
El victorioso frente UDP no consiguió la mayorÃa parlamentaria en las urnas en 1979 y se optó por una solución constitucional pero no popular. El presidente del Senado, Wálter Guevara, fue posesionado como primer mandatario con la misión de convocar otra vez más elecciones generales. No pudo gobernar más de dos meses.
Enterado del ruido de bayonetas, el pueblo volvió a descolgarse desde las laderas hasta el centro de la sede de gobierno. Trabajadores, oficinistas, estudiantes ocuparon las calles, enfrentaron las tanquetas de la muerte, rodearon batallones, bloquearon las calles.
Muchos muertos, decenas de heridos, llantos en la morgue fueron escenas diarias hasta derrotar a los asesinos. Bolivia volvió a la senda democrática, "a la boliviana" eligiendo a la presidenta de la Cámara de Diputados, en medio de muchas tensiones.
Ese entonces la vanguardia eran la Central Obrera Boliviana y la Federación de Mineros, actualmente subsumidas como administradoras de hoteles y flotas de camionetas. Ni la COB ni los sindicatos tienen la capacidad de convocar ahora a derrotar al binomio ilegal y mucho menos igualar la desobediencia civil de noviembre de 1979.
Los sucesivos cabildos en el resto del paÃs respaldaron esa lÃnea. El derecho de los pueblos a desobedecer a los gobernantes que a su vez desconocieron la Constitución.
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