Treinta y siete años de vivir en democracia no siempre han servido para que tanto polÃticos como siquiera una parte del pueblo, hayan entendido el valor de la libertad, la democracia y la justicia. Tenemos libertad es algo innegable; pero esa libertad se ve restringida por el hecho de que en los últimos 14 años no se respetó la institucionalidad que debió funcionar en el paÃs. Tampoco podemos hablar de justicia cuando el Poder Judicial prácticamente no ha funcionado y el último proceso de "elecciones para jueces" no ha servido para nada y, al contrario, ha sido para que la administración de justicia, nuevamente sea manoseada y manejada conforme a intereses creados.
Treinta y siete años de vivir en democracia no siempre han servido para que tanto polÃticos como siquiera una parte del pueblo, hayan entendido el valor de la libertad, la democracia y la justicia. Tenemos libertad es algo innegable; pero esa libertad se ve restringida por el hecho de que en los últimos 14 años no se respetó la institucionalidad que debió funcionar en el paÃs. Tampoco podemos hablar de justicia cuando el Poder Judicial prácticamente no ha funcionado y el último proceso de "elecciones para jueces" no ha servido para nada y, al contrario, ha sido para que la administración de justicia, nuevamente sea manoseada y manejada conforme a intereses creados.
Vivir en democracia es actuar conforme a sus lineamientos y principios; es, sobre todo, acatar las normas que rigen la vida de los pueblos, dan autoridad plena, justa y transparente a la actuación de las autoridades y tiene vigencia la justicia por la conducta idónea, lÃmpida y correcta de los tribunales de justicia. Vivir en democracia es, finalmente, actuar en consonancia con los derechos humanos que no pueden tener ni un mÃnimo de alteración o atentados a su vigencia y donde todos los estantes y habitantes del paÃs actúan en conformidad con virtudes que se trocan en valores y principios puestos al servicio del bien común.
La democracia es vivir, pues, sujetos a la moral y a entender que los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos de los demás y que nadie, por poder que tenga, puede vulnerarlos, mansillarlos o rebajarlos.
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