La infancia de los dictadores ¿esconde las raÃces del mal?
06 oct 2019
Por: Carmen Naranjo - Periodista de EFE
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Mussolini fue diagnosticado de pequeño como "retrasado mental", Hitler y Stalin recibieron salvajes palizas de sus padres, Idi Amin se crió con una madre bruja, un acomplejado Franco creció odiando a su padre... Un libro intenta responder a la pregunta ¿la infancia de los dictadores esconde las raÃces del mal?
Todos llegaron a edad adulta llenos de frustraciones y fisuras psicológicas, incapaces de entablar relaciones humanas normales, explica el responsable editorial, Jean-Pierre Vrignaud. Pero no todos los niños con un infancia difÃcil se convierten en despiadados dictadores. Un dÃa, estos "fracasados sociales" se toparon con una situación histórica excepcional.
Todos llegaron a edad adulta llenos de frustraciones y fisuras psicológicas, incapaces de entablar relaciones humanas normales, explica el responsable editorial, Jean-Pierre Vrignaud. Pero no todos los niños con un infancia difÃcil se convierten en despiadados dictadores. Un dÃa, estos "fracasados sociales" se toparon con una situación histórica excepcional.
Y asà se escribió la Historia...
ADOLF HITLER
Fruto de una genealogÃa escabrosa, Hitler, al que su madre apodaba "Adi", tuvo un padre con autoridad indiscutible y brutal. Se orinaba ante el miedo de ser golpeado, lo que provocaba las palizas de su progenitor. Ya a los 11 años sus rasgos comenzaron a mostrar una máscara de locura frÃa. Mediocre escolar, su madre le inscribió a los 16 años en una escuela de dibujo porque le creÃa un artista y Hitler confió en su propio talento, pero su fracaso acrecentó su odio por el mundo.
JOSEF STALIN
Tan frágil y enfermizo que lo apodaron de niño "Sosso" (el delicado), Stalin se crió con violentas palizas de su padre borracho. Intelectualmente precoz, el joven superdotado al que los profesores elogiaban provocaba un verdadero terror entre sus compañeros. Gracias a su experiencia familiar, no tenÃa miedo de ser golpeado y aprovechaba esa ventaja para imponer su voluntad a los demás.
Ã?nico y mimado heredero varón de dos pastores de la región de Sirte, Muamar recibió con indiferencia todas las atenciones de niño dejando entrever cómo se convertirÃa en el dictador libio que transformó todos sus caprichos en ley. Se rodeó de una guardia personal compuesta exclusivamente de sus amantes ocupadas en cuidarlo.
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