Más de dos meses han transcurrido desde que se desató el primer incendio en la zona de la ChiquitanÃa y que afectó incluso a poblaciones aledañas, algunas con población permanente de familias que huyeron obligadas por las circunstancias. Cuando se dio la primera alerta de fuego en la zona boscosa, no existió respuesta inmediata para combatir lo que parecÃa una "mera acción de chaqueo" generada por campesinos que se instalaron en la zona y estaban queriendo cumplir una labor que en sus tierras originales tiene otras caracterÃsticas.
El fuego creció, se convirtió en un incendio de magnitud, pero en cuestión de horas, avanzó por las propias caracterÃsticas del lugar devorando grandes extensiones de la tierra cuidada para fines de mitigación ambiental y no para extender la frontera agrÃcola en función de favorecer a sectores campesinos de origen valluno, que desconocÃan las opciones de "chaqueo" para tener tierra apta para sembradÃo.
Frente al desastre, porque hay que calificar de ese modo un problema que ha causado y sigue ocasionando daños en miles de hectáreas, se hacÃa necesaria la "declaratoria de emergencia" en la vasta región chiquitana, sin embargo y hasta el presente sin una explicación correcta y coherente, el Gobierno posterga esa decisión importante para poder activar con mayor seriedad y mayores resultados la ayuda internacional, que no permita combatir el fuego, como dicen los bomberos, "tecnológicamente" y eso significa utilizar sistemas, material y herramientas especiales, pero sobre todo personal con experiencia en combatir este tipo de desastres.
Frente al desastre, porque hay que calificar de ese modo un problema que ha causado y sigue ocasionando daños en miles de hectáreas, se hacÃa necesaria la "declaratoria de emergencia" en la vasta región chiquitana, sin embargo y hasta el presente sin una explicación correcta y coherente, el Gobierno posterga esa decisión importante para poder activar con mayor seriedad y mayores resultados la ayuda internacional, que no permita combatir el fuego, como dicen los bomberos, "tecnológicamente" y eso significa utilizar sistemas, material y herramientas especiales, pero sobre todo personal con experiencia en combatir este tipo de desastres.
Hay que reconocer el sacrificio de nuestra gente, bomberos de unidades policiales, otros voluntarios, vecinos de las zonas en desastre, efectivos policiales y militares, que luego de intensas jornadas y ante la constante reaparición de "focos de fuego", reconocen la frÃa comparación de que "estos incendios no se apagan soplando". Se ha visto que incluso las operaciones de los gigantes aviones "aguateros" que utilizaron miles de litros de agua, no lograron apagar el siniestro fuego iniciado en un chaqueo irregular.
No se explican las circunstancias concretas que impiden al Gobierno declarar emergencia para solicitar ayuda internacional que apague definitivamente el fuego y nos permita encarar la penosa y prolongada recuperación de la tierra llena de ceniza. Una inopinada declaración del Vicepresidente nacional, está fuera de contexto cuando señala que pedir ayuda "serÃa como pedir limosna". Grave error y un desprecio a la solidaridad mundial.
El incendio en la ChiquitanÃa ha encendido otro en el terreno polÃtico nacional, lamentablemente alentado por materiales de fácil combustión, como los discursos de polÃticos, oficialistas y de oposición, en una tarea de buscar culpables, que los hay, pero por el otro lado de socaparlos y esconderlos, aunque el verdadero incendio siga haciendo estragos, hay que parar este juego de intereses que no apagan el verdadero fuego.
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