Loading...
Invitado


Domingo 04 de marzo de 2012

Portada Principal
Cultural El Duende

El ensueño de Moxos en obras de Diego Felipe de Alcaya y Martín del Barco Centenera

04 mar 2012

Fuente: La Patria

El académico de la Lengua, Jorge Órdenes Lavadenz realiza un análisis de la obra basado en la teoría literaria de la recepción

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Primera de dos partes

A) La importancia de la base teórica en el análisis y crítica literarios

El biógrafo y crítico literario estadounidense Van Wyck Brooks (1886-1963), sobre todo crítico de la forma de valorar la literatura (citado por F. Díez de Medina en su Literatura boliviana publicada en 1954) dice que “la literatura es una profesión estudiada diez veces más difícil que el derecho; tiene problemas que no se pueden resolver apretando un botón, y, al fin, el gusto y la destreza literarios son la recompensa de años de esfuerzos humildes” (1). O sea que la tarea del literato, distinta a la del poeta, ensayista, narrador, dramaturgo, comediógrafo, entrevistador, columnista y/o aficionado que son o pueden ser orfebres de las letras y por ende de la estética literaria, es un reto formidable por el contenido ético de honestidad intelectual y erudición que debe conllevar. Esto significa que lo que afirme el literato, como compilador, analista, o crítico, es materia que quedará impresa para siempre. Y los humanos que la estudien ahora o en el futuro tendrán en ella quizá la única fuente autorizada sobre una materia que por lo antigua (“la palabra”, el oficio de “la palabra” es incluso más antiguo que la prostitución) merece, al ejercerla, la actitud más genuflexa por parte de los demás. Esto no quiere decir que no haya literatos poetas… ni poetas literatos. Sí quiere decir que siempre habrá más poetas u otros creadores, y aficionados a estas cosas, incluso compiladores y zalameros, que literatos.

Hoy en día la función de literato serio debería ejercerse partiendo de una teoría literaria, o de una combinación de teorías que sirva de bastidor del raciocinio. Al respecto, el autorizado profesor inglés de literatura Raman Selden dice: “...la totalidad de la teoría crítica es un verdadero campo minado para el estudioso de literatura. Y los que creen necesario esquivar el universo de la teoría no podrán negar el hecho de que ningún enfoque crítico, ninguna interpretación, y ninguna lectura de texto, puede evitar una labor teorizadora aun cuando sea implícita”(2).

Considerando lo anterior y recordando con Selden que las teorías críticas literarias románticas hacen hincapié en la mente y la vida del escritor; que la teoría marxista consideraba fundamentales los contextos social e histórico; que la teoría estructuralista refiere los códigos utilizados en la elaboración del significado; que la teoría de la deconstrucción cuestiona lo aparentemente obvio y lo reorganiza; que la teoría de los mitos estudia éstos como uniones de la forma verbal de los ritos con los sueños… que de otra manera no se manifestaría; que las teorías formalistas y por extensión “la nueva crítica” concentran su atención en la obra en sí misma; y que la teoría de la recepción (crítica fenomenológica) se centra en la experiencia del lector; después de considerar esta significante gama de teorías, decía, escojamos la teoría de la recepción, con algo de apoyo de la teoría formalista, a fin de establecer una base teórica que sirva de instrumento, de guía, de pauta de lo que queremos hacer en este estudio con las insignes obras, o segmentos de obras mejor dicho, de De Alcaya y Del Barco.

Empecemos diciendo que es una tentación conocida, en un análisis como éste, seguir los preceptos del formalismo ruso y de la “nueva crítica” que tienen que ver con lo “extrínseco” y lo intrínseco” de la obra literaria. Lo extrínseco o contexto viene a ser lo que tiene que ver con el entorno vital en que se forma y desarrolla ese texto literario, como la vida del autor, sus fechas vitales, sus obras, su trayectoria profesional o cualquier otra trayectoria, la sociedad en que se desenvuelve tanto el autor como el texto literario, las ideas, el momento histórico, las tensiones, las creencias, el medio, la geografía, la fluidez de la comunicación, las demás artes, otros contextos y otros textos (la literatura comparada), y el grado de apreciación que acoge al hecho literario por parte de los lectores; además del análisis y la crítica literarios. Ésta, a propósito, la crítica, necesariamente tendría que ser comparativa y valorativa. Las conclusiones a que llegue habrán de ser extrínsecas a la obra o cúmulo de obras analizado, pero serán parte de ella, o del cúmulo porque lo extrínseco es parte del todo que hace posible la obra. O sea que nos referiremos al texto, o a los textos mejor dicho, para luego identificar y reconocer el contexto en que se han escrito, y su trascendencia en el presente y sus implicaciones en el futuro. Lo intrínseco, o sea lo literario, lo textualizado, es un concepto relacionado con el orden de composición o disposición interior explícita o sobreentendida de la obra literaria y su razón de ser, a más de su modo de ser y la manera de proyectarse en el lector, o la manera en que el lector se enriquece, cavila, goza, y se inspira en su contenido... que para el caso es lo que más interesa. Pero aquí vamos más allá.

Más que el texto aquí nos interesa el lector porque el lector es el que en última instancia califica el texto, o debe calificarlo como le venga en gana. Aquí daremos énfasis a las ponderaciones del lector que vengo a ser yo el que escribe. Daré énfasis a lo que geste la lectura de los textos escogidos como representativos, en este caso, de la literatura de lo que fue el Oriente de Bolivia en el siglo XVI y su posible influencia hoy. Sopesaré el significado literario de esos textos para, primero, disfrutar ese significado en forma personal e íntima (propósito fundamental de la literatura), y luego para llegar a conclusiones, algunas no literarias, que esperemos sean útiles hoy; o que algunos de nosotros consideremos útiles hoy en un contexto no solamente literario, sino cultural más amplio. Insisto, se tratará de conclusiones y hasta implicaciones sucintas que son posibles en función a la valoración estética de lo escrito hace siglos, y en función a las necesidades y vicisitudes del presente… que a veces no tienen a la literatura como ingrediente predominante, visible y sensorial; aunque sí, a menudo, la tiene como ingrediente invisible y, de todas maneras, sensorial e inspirante.

Como dije, este enfoque se basa principalmente en la teoría literaria de la recepción expuesta en los años 1960 por los profesores teóricos Hans R. Jauss, y Wolfgan Iser, de la llamada Escuela de Constanza, Alemania, y sus seguidores, en la que el lector tiene palabra importante y necesariamente distinta de la palabra que sobre el mismo “material intrínseco” (apoyándonos en el formalismo) tenga otro lector.

Diego Felipe de Alcaya, que según los historiadores bolivianos H. Sanabria F. y V. Abecia B.(3) es probable que haya nacido en Santa Cruz de la Sierra en 1581, es cronista de sangre. No se sabe dónde murió. Es también probable que el padre de Diego Felipe, Martín Sánchez de Alcayaga(4), haya sido compañero de expedición de Ñuflo de Chaves y que en 1561 haya participado en la fundación de Santa Cruz de la Sierra, y que haya establecido residencia en ella. Tendría 28 años cuando nació Diego Felipe, que escribió la informativa crónica Relación cierta que el padre Diego Felipe de Alcalá, cura de Mataca, envió a su excelencia el señor Marqués de Montes Claros, Visorrey de estos reynos, sacada de la que el capitán Martín Sánchez de Alcayaga, su padre, deja hecha, como primer descubridor y conquistador de la gobernación de Santa Cruz de la Sierra. También se trata del poeta renacentista Martín del Barco Centenera (Logrosán, España”, 1535 - España 1605) autor de las octavas “Gran Moxó Señor del Paytití” incluidas en su célebre pero desaliñadamente poetizado,(5) (imitando La Araucana de Ercilla), Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acontecimientos de los reynos del Perú, Tucumán y estado del Brasil, por el arcediano, don Martín del Barco Centenera (Lisboa, 1602). De este título se derivó el nombre “La Argentina” para el país, y puede ser que también se formalizase el nombre de “Río de la Plata”.

B) Los textos de De Alcaya y Del Barco

La Relación cierta... denota un vínculo histórico relativamente reciente con los hechos que se van discurriendo. Seguramente de tradición oral, lo recibido como hechos acaecidos, impulsa y hasta entusiasma a Diego Felipe que, en una época en que escribir era mucho más intrincado, exclusivo y costoso, narra nítidamente lo escuchado acaso de varias fuentes. La Relación cierta... a su vez denota algo más desconocido que conocido por los bolivianos y estudiosos en general. Se trata del fructífero vínculo que al parecer existió entre los incas y la gente de los Grigotá (sucesión de reyes) de la llanura que hoy es buena parte de Santa Cruz, Bolivia. Esto por un lado. Por otro, la lectura de la muy informativa Relación cierta... fortalece el espíritu al enterarse uno de que el Grigotá del momento sale en persecución de nativos guarayos que, en combate, un tiempo antes habían matado al líder inca de la llanura (nótese bien, líder inca de la lla-nu-ra) Guacane, hijo nada menos que del Rey Inca, y también matan al enviado del Cusco, Turumayu. Lo revelador es que Grigotá, molesto y con sed de venganza, localiza, embosca y con gran pérdida de vidas derrota a los intrusos y toma prisioneros a 200 que envía al occidente de lo que ahora es Bolivia, o sea a la zona Andina, para recibir castigo. El Inca ordena que pasen la noche a la intemperie de una cumbre helada. La narración continúa diciendo que al día siguiente los 200 estaban muertos. El Inca les otorga el apelativo de “Chiri huañuj” (muertos de frío), de donde seguramente viene el nombre de “chirihuanos” o “chiriguanaes”... como prefería llamarles el Virrey Francisco de Toledo (que en su momento sufrió las serias picardías de los llamados chiriguanaes).

(1) Fernando Díez de Medina por desgracia no especifica cuál de los veinticuatro libros de Van Wyck Brooks incluye la referida cita.

(2) Raman Selden, “Introduction” to The Theory of Criticism, First Edition, 1988, (New York, Logman Inc., New York, Fifth Impression, 1993) p. 3. La traducción es mía.

(3) Valetín Abecia B. Historiografía boliviana – Cronistas y Verreyes (La Paz: “Universo”, 1991). Hernando Sanabria Fernández, Breve historia de Santa Cruz (La Paz: Juventud, 1973).

(4) El verdadero nombre de la poetisa chilena Gabriela Mistral, ganadora del premio Nóbel de Literatura el año 1945, era Lucila Godoy Alcayaga.

(5) Críticos como Federico C. Sains de Robles, Raimundo Lazo, Giuseppe Bellini y John Englekirk (con Leonard, Reid y Crow) consideran Argentina y conquista del Río de La Plata... poéticamente inferior a La Araucana de Alonso de Ercilla.

Continuará

Fuente: La Patria
Para tus amigos: