La ética y la corrupción son términos dispares e incompatibles que se debe tomar en cuenta en la administración de todos los gobiernos que piensan en gozar de credibilidad y confianza de sus gobernados. En los últimos tiempos la corrupción ha tocado de cerca la administración económica en gobiernos de varios paÃses del mundo entero. Si bien existen distintos enfoques que analizan la corrupción como el jurÃdico o el económico, es importante plantear como una necesidad para recuperar los valores éticos y morales dentro la sociedad. En el ámbito social es posible encontrar los fundamentos que dan origen a la relación entre ética y polÃtica, asà como las directrices para aplicarla y hacerla operativa. No obstante, es importante señalar que para la sociedad de esta era, escribir sobre ética y hacerlo además para referirse a las administraciones públicas resulta una tarea compleja y muchas veces incomprendida. Cuando se discute sobre la importancia de fomentar la ética en el gobierno y en la administración pública normalmente las reacciones en los interlocutores son de dos tipos: por un lado, existe una actitud de rechazo, en ocasiones acompañada de ironÃa, porque se considera que es de ingenuos pensar que el mundo polÃtico, tan infectado por la corrupción, se pueda cambiar; por otro, existe una actitud más sensata, más prudente, la cual considera que la propuesta ética para los gobernantes es un acto de valor, de desafÃo, incluso puede ser vista como una acción temeraria aunque necesaria.
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La ética y la corrupción son términos dispares e incompatibles que se debe tomar en cuenta en la administración de todos los gobiernos que piensan en gozar de credibilidad y confianza de sus gobernados. En los últimos tiempos la corrupción ha tocado de cerca la administración económica en gobiernos de varios paÃses del mundo entero. Si bien existen distintos enfoques que analizan la corrupción como el jurÃdico o el económico, es importante plantear como una necesidad para recuperar los valores éticos y morales dentro la sociedad. En el ámbito social es posible encontrar los fundamentos que dan origen a la relación entre ética y polÃtica, asà como las directrices para aplicarla y hacerla operativa. No obstante, es importante señalar que para la sociedad de esta era, escribir sobre ética y hacerlo además para referirse a las administraciones públicas resulta una tarea compleja y muchas veces incomprendida. Cuando se discute sobre la importancia de fomentar la ética en el gobierno y en la administración pública normalmente las reacciones en los interlocutores son de dos tipos: por un lado, existe una actitud de rechazo, en ocasiones acompañada de ironÃa, porque se considera que es de ingenuos pensar que el mundo polÃtico, tan infectado por la corrupción, se pueda cambiar; por otro, existe una actitud más sensata, más prudente, la cual considera que la propuesta ética para los gobernantes es un acto de valor, de desafÃo, incluso puede ser vista como una acción temeraria aunque necesaria.
Si hay corrupción en los gobernantes y en los funcionarios públicos es porque sus mentes han sido tocadas por este vicio. El hombre hace lo que piensa. Lo que realiza cada individuo es resultado de lo que está en su pensamiento, éste último es la fuente de los actos y comportamientos. Por ello, una conducta sana lo es a partir de un pensamiento sano. Sà dentro de las instituciones públicas existen personas corruptas será porque en su mente existen pensamientos que le impulsan a obrar asÃ, luego será importante diseñar y establecer estrategias para fomentar principios y valores éticos que arraiguen en la mente de los servidores. El tesoro más hermoso que posee un ser humano es la mente. Cuidarla, protegerla y alimentarla con valores deberÃa ser lo más sagrado durante la vida. La mente es un instrumento poderoso, que mal canalizado, puede ser letal, no sólo para el propio individuo sino para quienes le rodean.
Integrar los elementos de la ética pública en las herramientas administrativas es importante para hacer frente a los problemas de ineficiencia, corrupción y desconfianza que padecen los gobiernos y administraciones públicas del mundo a fin de lograr el desarrollo de una cultura polÃtica y administrativa que acompañe a los gobernantes y funcionarios. Cualquier gobierno estará legitimado en la medida en que defienda una verdadera ética pública en virtud de que ésta conlleva responsabilidad, espÃritu de servicio y atención al ciudadano.
Uno de los reclamos de la sociedad, sobre todo en estos tiempos de cambios, es la atención que ésta debe recibir de su gobierno. Dicha atención se manifiesta a través de la satisfacción de las demandas de la comunidad polÃtica y de una mayor expectativa en el nivel de vida de los ciudadanos. Sin embargo, en distintos paÃses, la satisfacción de estas demandas no se ha cumplido, entre otras causas, debido a que en algunas instituciones públicas existen una serie de vicios que impiden realizar con eficiencia su operación y funcionamiento. Esta situación ha generado que las demandas sociales hayan rebasado la capacidad de respuesta de los gobiernos y que la administración pública sea vista como lenta, ineficaz e ineficiente. Aunado a esta situación han salido a la luz pública escándalos de corrupción que han desacreditado tanto al personal público como a la imagen de las instituciones públicas generando que la ciudadanÃa pierda la confianza en su gobierno. Cualquier mejora en la operación de los organismos públicos, apoyada en técnica e innovaciones hacÃa una mayor eficiencia y responsabilidad, sólo será posible si se fomentan los principios y valores éticos en los servidores públicos. Al ser las instituciones de carácter público, es importante contar con personal formado en ética, entendida esta como la herramienta poderosa que forma la conciencia de los hombres y desarrolla plenamente su capacidad de juicio. La formación ética es vital en los individuos pues éstos tienen un carácter eminentemente activo en la marcha y desarrollo de los organismos. Precisamente, una de las causas que ha provocado la desconfianza en las instituciones públicas es la ausencia de principios y valores éticos, lo que da pie al incremento de vicios o actitudes antiéticas tales como la corrupción, el abuso de autoridad, el tráfico de influencias, etc., situaciones que impiden se alcancen las metas y objetivos institucionales.
Una clasificación general respecto del personal que opera en los gobiernos señala que existen dos tipos de personas que participan en la dirección y operación de las instituciones: polÃticos y funcionarios. En ambos casos tienen por objetivo común servir a la sociedad a la que representan, es decir son servidores públicos. La ética para los servidores públicos se refiere a situaciones de aplicación. El bien para todos, lejos de ser una abstracción, se materializa en cada acto que realizan las múltiples instancias de la administración pública. Es la suma de miles de decisiones diarias de los funcionarios que trabajan en las organizaciones públicas. Cada funcionario se encuentra diariamente con dilemas éticos que unas veces resuelve de manera rutinaria y otras como resultado de una profunda reflexión. Aunque el sentido común alberga principios básicos que nos permiten conocer lo bueno y lo malo, la vida nos lleva a situaciones en las que lo bueno no siempre resulta evidente. La respuesta a un conflicto puede ser equivocada si la persona no cuenta con una escala de valores que le permita discernir lo que es correcto de lo que no lo es. En el momento en que el hombre decide y actúa la respuesta puede ser justa o injusta, buena o mala, adecuada o inadecuada. Por eso es importante que los servidores públicos cuenten con una "doctrina" que les sirva de guÃa en sus decisiones. De esta manera, la ética pública da al servidor público un conocimiento que le permite actuar correctamente en cada situación, por difÃcil que esta sea, al ofrecer criterios para encontrar soluciones adecuadas. El concepto de ética se evoca demasiado y es utilizado de manera relativa, es decir, cualquier individuo habla de ética de manera simplista acompañado solamente de un conocimiento "vulgar". Para que las recomendaciones éticas sean eficaces, requieren de una buena transmisión y un periodo de tiempo para que las estabilice. Para llegar al cambio de actitud de los individuos se requiere despertar la conciencia y el corazón de la forma práctica e inteligente. No se debe olvidar que con un acto de corrupción se puede llegar a la cárcel.
(*) Ingeniero