Persisten fuego y soberbia

Es lo que se observa en nuestro país, cuando miles de hectáreas ya han sido consumidas por el fuego, elemento destructivo que no ha sido totalmente dominado y persiste en ciertos lugares de la Amazonía y específicamente en el territorio oriental, donde continúa un intenso trabajo de bomberos, guardianes del orden, voluntarios de diferentes instituciones y por supuesto cantidad de pobladores de la región que han quedado sin viviendas, han perdido ganado y animales domésticos, pero además ahora son dueños de terrenos que tardarán muchos años en recuperar su condición de fertilidad para sembrar y cosechar esos alimentos que "debieron ser preparados ahora, pero sin incendiar miles de hectáreas" que de todos modos, estarán inutilizadas por muchísimo tiempo.

El asunto a esta altura de tiempo, por así establecer ese periodo de abierto desastre que "alguien lo provocó" posiblemente sin intención, pero con clara ignorancia de lo que en ciertas tierras y en determinados periodos no se debe hacer. El resultado es catastrófico, sólo que por esas cosas de "imponer criterios" más políticos y autoritarios, no se quiere reconocer la magnitud del desastre, aunque es claramente visible la afectación de centenares de hectáreas cuyo costo de rehabilitación será millonario, pero además el tiempo de su reforestación será muy prolongado, inutilizando esas hectáreas que fueron dispuestas para mejorar condiciones de vida de muchos agricultores que bajando de las tierras altas esperaban convertirse en los protagonistas de un cambio productivo de alimentos para cubrir la demanda ciudadana en mercados del país.

El tema hasta esa instancia está aparentemente claro, aunque hay quienes se preguntan y con justificada razón, cómo se permitió a campesinos altiplánicos o vallunos proceder a tareas de "chaqueo", en otras tierras, con otras características de clima y sin tomar previsiones, justamente para evitar incendios y la tragedia consiguiente. Se dice que hay culpables en esta materia, es evidente, pero por razones obvias, no serán identificados y tampoco sancionados, aunque el daño causado por desconocimiento, sea de enorme perjuicio y elevada cuantía, justamente cuando más recursos se precisan para apoyar planes efectivos de "cambio agrícola".

En pasadas horas el incendio forestal de la Chiquitanía se amplió en algunas zonas, pese al trabajo de mucha gente e incluso del gigante avión "aguatero" y de otros menores que no lograron aplacar las llamas en la zona oriental. Esa situación y los perjuicios claramente visibles mueven a las autoridades de Santa Cruz y a representantes de algunas organizaciones de solidaridad efectiva a insistir al Primer Mandatario en la necesidad de declarar "desastre ambiental" y acudir a la ayuda externa para conjurar definitivamente un problema que escapa a los esfuerzos humanos y materiales con que se combate el fuego.

Representantes institucionales y dirigentes cívicos, además de varios políticos, criticaron la posición gubernamental y calificaron cierta actitud presidencial como "soberbia" al negarse a disponer estado de emergencia y abrir un cauce de ayuda solidaria internacional, tomando en cuenta que los hechos prácticos en la zona de desastre nos muestran falencias muy claras que no pueden suplirse sólo con esfuerzo, pues hay necesidad de asesoramiento específico y disposición de mayores herramientas, equipos y finalmente nuevos contingentes de personas, para seguir combatiendo un problema que nos plantea una serie de sorpresas que sobrepasan nuestras restringidas posibilidades de combatir un incendio de la magnitud del que persiste desde hace 15 días.

Bolivia está enfrentando un dramático reto generado por la naturaleza, con ciertos elementos que han ocasionado un incendio de magnitud que no puede controlarse desde hace dos semanas, lo que obliga a disponer medidas de emergencia, para evitar mayores daños en nuestra ya lastimada Amazonía, responsabilidad ineludible del Gobierno.

Fuente: LA PATRIA